Francisco de A. Galí, fundador y director de la escuela de Bellos Oficios, maestro de una generación de artistas, sólo ha expuesto tres veces en su vida* y cuenta setenta y cinco años. Entre sus discípulos están Junyer, Llorens Artigas, Miró, Llimona, Humbert. Él los descubrió.
−El maestro −dice− no debe enseñar, sino descubrir. Cada uno es un depósito lleno, y el profesor debe hacer un agujero precisamente donde está el nivel del agua para vaciarla. Cuando venía uno con chalina y barba, yo le decía: “Vaya a otra academia”. Ése no es que estuviera hecho, sino deshecho.
−¿No se le ha descarriado ninguno de sus discípulos?
−Yo no creo en la enseñanza del arte; cada uno busca su camino. Yo dije que Miró llegaría, y cuando vino a mí no sabía ver la forma. Le puse un bodegón y pintó una salida de sol. Yo le hice ver la forma con el tacto. Quizá le sepa mal que se lo recordemos.
−¿Cómo aprendió?
−Cogía una forma sin complicaciones: una manzana, por ejemplo. No se la enseñaba; y sin verla la tocaba y se la hacía dibujar. Llimona vino para ser jardinero y le dije: “Serás pintor”. Y así ha sido.
...
Del Arco
La Vanguardia, 27 de noviembre de 1955
* A finals de 1955, el pintor havia fet tretze exposicions al nostre país, nou de col·lectives; de les estrangeres, n’hi ha registrades tres a Londres i dos als Estats Units. (Nota de l’editor.)
